Recientemente algunas personas muy inteligentes, y a quienes aprecio,
me hicieron con la mejor buena fe esta pregunta. Sus motivos eran serios, y les
contesté lo mejor que supe, pero me quedó la inquietud de reflexionar más a fondo
este tema.
Sus observaciones tienen que ver con varios aspectos: la dificultad de
ajustarse a un entorno cambiante (muy cambiante diría yo), la posible rigidez
que podría traer el tener un plan para varios años y la dificultad de obtener
la información necesaria.
Mi respuesta standard para el argumento del entorno cambiante, siempre
ha sido el comparar el mundo de los negocios con un campo de batalla. ¿Se puede
imaginar algo más cambiante que un campo de batalla? Seguramente no. Sin
embargo, la Estrategia fue creada para
esas condiciones. No creo que sea una mala respuesta, pero creo que hay otros
aspectos que analizar.
¿De veras el entorno es tan cambiante? A primera vista, sobre todo si
se analiza únicamente el corto plazo,
la respuesta es sí. Pero ¿qué pasa cuando vemos las cosas a mediano y largo plazo?. Tal vez los
cambios ya no sean tan súbitos. Algunos ejemplos:
La natalidad está disminuyendo desde hace treinta años o más en México.
De hecho, la mayor parte del crecimiento poblacional viene de la mejora de la
salud, la menor mortandad infantil y el aumento de la esperanza de vida. ¿Ve
usted algún cambio en esta tendencia en los próximos años?
Cada vez hay más mujeres en el mundo del trabajo remunerado. ¿Cree
usted que esta tendencia continuará en el horizonte cercano? Cada vez es menor
la proporción de la población que vive de cultivar el campo. La emigración del
campo a las ciudades y al extranjero es una tendencia de largo plazo. ¿Cree
Usted que cambie?
Son solo algunos ejemplos. Se podrían dar más. Claro, hay muchos otros
campos donde el cambio es mucho más frecuente. La Bolsa. La paridad. El precio
del petróleo. No lo niego. Pero ¿en qué tendencias está Usted basando la
estrategia de la empresa? Si solo vemos las tendencias de corto plazo, indudablemente
será imposible tener una estrategia de largo plazo. La respuesta probablemente
esté en ampliar el horizonte y ver las tendencias más duraderas, las que
generan las oportunidades de negocio de largo plazo.
Por ejemplo, la tendencia a buscar conveniencia en la preparación de
alimentos (propiciada por el mayor número de amas de casa que trabajan fuera
del hogar) probablemente seguirá generando negocios en el largo plazo. Sí,
puede haber trastornos temporales, pero nadie ha fallado al atender esa necesidad
cada vez mayor. Por otro lado, con la tendencia a una natalidad menor, donde
hay estudios que muestran que en pocos años sobrarán un millón de plazas en las
escuelas, probablemente no sea el mejor momento para poner un nuevo
kindergarten.
Correcto pero, ¿qué hacer con las variaciones de corto plazo?
¿Ignorarlas? Por supuesto que no. La respuesta está en la formulación de
escenarios. Déjeme profundizar un poco en esto. Partamos de la base de que no
se puede pronosticar el futuro. Es imposible. Olvídelo. Nadie puede saber que
va a pasar. En cambio, si es posible imaginar que podría pasar.
Esa es la base de la técnica de los escenarios. Se trata de imaginar
todo lo que sería posible. No en un
plan de fantasía, sino tratando de cubrir todo el rango de lo que podría pasar, y después planear para lo
más probable, pero con planes contingentes para cubrir todo el rango de lo
posible. Su plan B… o C, D, E… ¿Qué es más difícil? De acuerdo. Si está usted
en un mercado muy turbulento, probablemente esta sea su mejor opción. Si está
en un mercado donde la tasa de cambio sea muy lenta, tal vez no necesite de
tener planes de contingencia muy elaborados.
El argumento de la rigidez, como un inconveniente de la Estrategia,
también tiene su mérito. Efectivamente, es difícil pensar en un plan que no
pueda ser cambiado en, digamos, cinco años. Por más bien hecho que esté, algo
tendrá que cambiarse. Tal vez la respuesta esté en el concepto que tenemos de
estrategia y de planeación estratégica. La planeación estratégica debe incluir
objetivos, estrategias y tácticas. Las tácticas, por su propia esencia, deben
ser flexibles. Las estrategias lo son en menor grado, pero pueden y deben ser
adaptadas a las circunstancias cambiantes de la batalla. Los objetivos mayores,
son los que deben ser menos flexibles y la misión generalmente se considera la
parte más permanente del plan estratégico. Periódicamente deben revisarse los
objetivos y misión, pero la flexibilidad
del plan está, sobre todo, en las tácticas y en menor grado en las estrategias.
Claramente no es posible pensar en un plan rígido, que no cambie en
cinco años. Pero si es posible pensar en objetivos que tengan una validez de
largo plazo, si se prevén tácticas flexibles y revisiones frecuentes de lo
apropiadas que resultan las estrategias. Por supuesto, y ya he insistido en el
tema en varias Cartas a Estrategas, eso requiere el que no confundamos tácticas
con estrategias. Me pregunto si algunos de los que ven imposible una estrategia,
la ven imposible porque tienen confundidas tácticas con estrategias y, por
supuesto, es imposible pensar en tácticas rígidas.
Finalmente, está el problema de la información. Concedo que ahí hay un
problema. El asunto, no es tanto la falta de datos o de información, sino la
falta de información con valor agregado. Pero ahí también hay algo que tomar en
cuenta: nunca tendremos información
completa. El arte de la Estrategia tiene mucho que ver con trabajar con la
mejor información disponible, a sabiendas de que no siempre tendremos toda la
información necesaria. Es como armar un rompecabezas sabiendo de antemano que
nos faltan piezas. Significa tomar riesgos calculados, hacer suposiciones
inteligentes, pero sin engañarnos a nosotros mismos haciendo pasar nuestras
suposiciones por hechos.
En fin, ¿se puede hacer Estrategia? En mi opinión, sí. No solo eso. Lo
que no veo posible es la alternativa: combatir y ganar sin tener Estrategia.
Hacerlo así es confiar en la suerte o en la casualidad. ¿Estaría Usted
dispuesto a confiar su empresa a la casualidad o a la suerte?
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