3 de julio de 2016

El BREXIT y sus consecuencias estratégicas


A un poco más de una semana del plebiscito sobre la salida del Reino Unido (UK) de la Unión Europea (UE), la discusión sobre las consecuencias del triunfo de la propuesta salida de la Unión Europea continúa.

Por supuesto, hubo consecuencias inmediatas. La Libra cayó frente al Dólar a niveles como los de 1985. La Bolsa, obviamente cayó. Dos calificadoras de crédito redujeron la calificación de la deuda soberana del UK, bajándola  dos lugares. A la fecha, más de 4 millones de ciudadanos del Reino Unido han pedido que se repita el referéndum. En Escocia e Irlanda del Norte ha habido quiénes han hablado de independizarse del Reino Unido para seguir en la UE. David Cameron, el primer ministro conservador que propuso el referéndum sobre la pertenencia a la UE, anunció que renunciará a su cargo. Los propios proponentes de la salida de la UE, están extrañamente callados, guardando un perfil bajo. La catástrofe, parece.

Por otro lado, esas son consecuencias de brevísimo plazo, algunas con un claro tinte especulativo. Pero, a menos de una semana, el índice FTSE100 de la bolsa londinense ha superado el de 2011 y los calificadores de crédito han cambiado sus calificaciones dándole al UK la posibilidad de obtener un crédito soberano barato, según reporta la acreditada revista The Economist. Además el turismo está incrementándose fuertemente en este verano, impulsado por la campaña “Su dólar nunca le había dado tanto”, con lo cual las reservaciones han crecido enormemente. Y se prevé que con esos niveles de la libra esterlina, las exportaciones británicas serán mucho más competitivas. Con todo esto, los catastrofistas están bastante callados.

Pero el tema es uno de largo plazo. Para empezar, en las leyes británicas el referéndum no obliga al Parlamento. Podrían no tomarlo en cuenta, aunque no sería políticamente conveniente. Tampoco hay prisa: se dice que la discusión del BREXIT podría empezar en Octubre próximo. Los procedimientos para salir de la UE tienen un plazo de dos años, aunque hay expertos que dicen que, debido a la complejidad de acuerdos que involucra la salida de esa Unión, la salida total podría tomar hasta cinco años. Y luego está el tema del modo que adoptará esa salida, la cual puede ser total o parcial. Desde una salida total y absoluta hasta una afiliación como la que tiene Noruega, que tiene muchos de los beneficios de la UE, pero sin derecho a voz ni voto en las decisiones de esta Unión.

Si la salida fuera total, ¿cuáles serían las conclusiones previsibles? Desde luego, un encarecimiento de las exportaciones del Reino Unido a la UE, al perder la exención de impuestos de que goza hoy. Muy importante, porque sus exportaciones a la Unión Europea son el 50% de su total. Esto podría significar una caída de las mismas, aunque mitigada en parte por la caída de la paridad de la Libra frente al Euro. Y, es de esperarse, las importaciones procedentes de la UE, se encarecerían al establecer el UK impuestos a las importaciones procedentes de los miembros de la misma. Lo cual podría hacer más competitivas a las empresas británicas frente a sus pares europeos. Y, si la Libra sigue a niveles bajos,  la competitividad de sus exportaciones al resto del mundo podría mejorar mientras que sus importaciones serían más caras. Algo parecido al modelo japonés de mantener subvaluada su moneda. Valioso, pero con límites.

Un costo difícil de evaluar es el de restablecer acuerdos comerciales y de mutuo reconocimiento de normas y procedimientos país por país. Hay quien habla de más de 120 acuerdos involucrados en la Unión Europea. Con 28 países miembros, renegociar total o parcialmente  esos acuerdos uno por uno, pueden significar una carga pesada. Eso sin contar que con otros países sus acuerdos comerciales caen bajo la sombrilla de acuerdos entre la UE y dichos países. De hecho, la pertenencia a la Unión Europea tiene el beneficio de reducir las barreras al comercio exterior, y al dejarla hay que trabajar por volver a reducir dichas barreras. La movilidad laboral es otro tema. No queda claro qué pasará con los ciudadanos europeos que hoy trabajan en el Reino Unido. ¿Los expulsarán? Y en tal caso ¿tienen el personal adecuado para sustituirlos? Los proponentes del BREXIT ven el tema muy sencillo: se reducirá el desempleo británico. Pero el costo de reentrenar a los desempleados y el tiempo que lleve cubrir los puestos no cubiertos puede ser importante.

En todo caso, hay otra víctima de esta situación. El concepto de las uniones comerciales, los tratados de libre comercio y acuerdos similares está siendo cuestionado. La carga pesada de la burocracia de la UE, encareciendo y dificultando el libre comercio, está siendo discutida. La pérdida de soberanía también es vista como el costo de estos acuerdos. Muchos sienten que la UE les cuesta más de lo que les da, aunque no falte alguno  como Grecia, que sabe muy bien que no podrían sobrellevar su situación económica sin el aval de la Unión. Aunque no lo reconozcan en público.

Hace falta que la burocracia de la Unión Europea haga un riguroso examen de conciencia. ¿Qué hay de cierto en los reclamos de los Euroescépticos y de los Globalifóbicos? Pudiera haber mucho. Pero los burócratas de Bruselas no hablan de ello. Su posición, un tanto soberbia, es la de pedir  al Reino Unido que salga rápidamente. En una actitud como la de decirles: “No nos hacen falta. Si quieren irse háganlo. Pero ya.”

Los tratados de libre comercio tienen un sentido y una lógica. Contribuyen a la paz y al desarrollo. De hecho, en toda la historia europea, nunca ha habido 70 años sin guerra. Y eso es el resultado de la visión de estadistas como Robert Schuman y Konrad Adenauer, quienes pusieron las bases de la Unión Europea actual, buscando un desarrollo que permitiera sacar a Europa de la crisis de la posguerra y hacer cada vez más próspera y pacífica esa región. 

Hoy nos hacen falta en todo el mundo, estadistas de esa talla. Desafortunadamente no abundan. Ojalá el BREXIT sirva como una llamada de atención a la comunidad mundial. Ojalá nos lleve a la reflexión y el debate sobre la utilidad de los organismos internacionales de todo tipo.

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