En la amplia literatura sobre los deberes y derechos, contenidos
en la ética de la empresa, se hace muy poca referencia a hacia los deberes que
un competidor tiene hacia sus otros competidores. ¿Es necesario desarrollar más
estos conceptos a la luz de una competencia de cada vez más amplia?
Una búsqueda en más de treinta años de publicaciones en
revistas internacionales arbitradas, especializadas en ética de la empresa, muestra
un número muy escaso de artículos sobre este tema y, cuando lo hace, se refiere
a una gama muy pequeña de trasgresiones de la ética empresarial: se trata de
temas como el espionaje industrial, pirateo de personal y otros pocos temas
más, mayormente los relacionados con abuso del poder monopólico o monopsónico.
Lo curioso de este enfoque es que en estrategia militar sí
existe una literatura sobre los conceptos de la guerra conducida éticamente.
Los autores vienen desde el siglo quinto (Agustín de Hipona) pasando por Tomás
de Aquino, Francisco de Vitoria y otros más, llegando hasta las Conferencias de
Ginebra en el siglo XX. Es en base a esta amplia cantidad de estudios sobre la
ética de la guerra, que se han podido constituir los tribunales internacionales
para poder sancionar los crímenes de guerra, de los cuales el último ejemplo
reciente son los juicios a los participantes en los conflictos en los Balcanes
a finales del siglo XX. Lo cual muestra que no es tan cierto que todo se vale
en la guerra y, analógicamente, en los negocios.
Claramente hay una tarea por llevar a cabo. Para nuestros
efectos inmediatos, habría que revisar en nuestra estrategia si no estamos
cayendo en conductas que tiendan a destruir al competidor usando cualquier tipo
de medios, si no estamos teniendo poco cuidado en el daño colateral, por
ejemplo dañando a los proveedores de nuestros competidores, a sus
distribuidores o sus empleados. También habría que cuidar el uso de "armas"
similares a las de destrucción masiva, como las guerras de precios y otras
interacciones hipercompetitivas que, aunque en un principio generan beneficios
a los mercados, si se mantienen por un tiempo excesivo terminan haciendo daño a
todos, en ocasiones hasta en la misma empresa que la inició.
Por supuesto, no estoy queriendo decir con esto que la
estabilidad en los mercados sea un valor tan elevado que no se puede hacer nada
que cause algún disturbio en su estabilidad. Al fin de cuentas, uno de los
puntos esenciales de la estrategia es modificar los equilibrios y eso, por
supuesto, modifica la estabilidad en los negocios.
No es un asunto fácil y el mero hecho de que no se haya
publicado mucho sobre él quiere decir que no es un tema sencillo ni muy
atractivo. Los autores que se han ocupado del tema de la guerra y su ética en
los últimos 15 siglos no eran pacifistas ilusos. Tenían muy claro que siempre habrá
guerras y que es un intento vano tratar de prohibirlas, pero siendo personas
prácticas pensaron que, por lo menos, había que encontrar un conjunto de reglas
que pudieran tener una aceptación general y a las que se pudieran comprometer
las naciones en conflicto. Y algo así ocurre en el campo de la estrategia de negocios: no se
puede pensar de modo pacifista, pero si tener códigos de ética que reduzcan los
daños,
La extensión y la profundización de la competencia,
particularmente intensificada por la globalización y el rápido desarrollo
tecnológico, hace posible prever que cada vez tendremos más competencia y que los
ciclos de batallas por los mercados serán cada vez más cortos y más frecuentes.
Y más violentos también. En mi opinión,
es necesario analizar a fondo toda la literatura de la ética de guerra para
obtener de ahí algunos puntos de arranque, establecer con claridad los puntos
que se pueden aprovechar y aquellos que no aplican directamente y de ahí
desarrollar códigos de enfrentamiento entre competidores.
Si esto se lleva al ámbito internacional seria ideal. Según entiendo quienes están muy avanzados en esto son los europeos, países como Francia y Alemania, tienen regulaciones que no permiten que tan fácilmente el pez grande se coma al chico.
ResponderEliminarGracias por tu comentario, muy agudo y atinado. Desgraciadamente en nuestro medio se falta a otros aspectos más elementales de la ética: los deberes hacia el cliente, los empleados e incluso hacia los accionistas. Pero el tema de la ética hacia el competidor ni siquiera se plantea. La ética, creo yo, no puede ser parcial y debe ser congruente. No hay excepciones.
ResponderEliminarTe recuerdo con respeto como una excelente profesional.