En todo el tema de la estrategia siempre hay un área
confusa: ¿dónde está la diferencia entre una estrategia y una mera táctica? La
misma confusión existe en la estrategia de negocios y, curiosamente, incluso en
la literatura militar se discute en donde se establece la diferencia entre una
estrategia y una táctica.
En el gobierno resulta particularmente difícil establecer la
diferencia. A veces se sigue el dicho muy repetido y, en lo fundamental, muy
erróneo que dice: "la táctica del superior es la estrategia del
subordinado". Siguiendo este criterio, las tácticas del Presidente, serían
las estrategias de los Secretarios de Estado, por ejemplo. O las tácticas de un
gobernador serían las estrategias de sus funcionarios.
La realidad es que la definición de una estrategia no tiene
que ver con el nivel al cual se toman las decisiones. No todas las decisiones
federales son estratégicas, ni todas las decisiones municipales son tácticas.
En el mundo de los negocios hay quien dice que la estrategia no la define el tamaño
del sueldo del que toma las decisiones.
Con esto volvemos a un tema muy básico. Las estrategias son
las decisiones que tienen impacto en el largo plazo y que tiene un efecto
sistémico. En el gobierno, en el ámbito lo federal, las estrategias tienen que
ver con decisiones de largo plazo y que afectan a toda la Federación. Por
ejemplo, la reforma energética es una que dará resultados a largo plazo y que
afectará a toda la economía del país, de diferente manera y con diferente
intensidad. En cambio, la agenda de inauguraciones que lleva a cabo la presidencia,
responde a decisiones eminentemente tácticas, aunque hayan sido tomadas en la
propia oficina de la presidencia.
Por otro lado, cuando una decisión contribuye al
cumplimiento de una estrategia, generalmente se le considera una táctica. Por
ejemplo, la decisión de abrir las importaciones de gasolina a partir del mes de
abril. Sí es una decisión que tendrá efecto por lo menos en el mediano plazo,
pero no tiene un efecto sistémico sino tiene que ver solamente con una parte de
las reformas energéticas. Y, por otro lado, su justificación es que ayudará
para hacer cumplir con la Reforma Estructural en materia energética.
Claramente, una decisión táctica.
No siempre es fácil definir cuándo una decisión tiene un
efecto sistémico. Por ejemplo, el gobierno de la Ciudad de México decidió que
15,000 de sus empleados, portarán una cartulina color de rosa para indicar que
están dispuestos a "dar aventón" a la ciudadanía. Lo cual,
difícilmente puede decirse que tendrá un efecto importante. El endurecimiento
del Hoy no Circula saca de la circulación a un millón de vehículos cada día, o
deja sin su medio ordinario de movilidad algo así como un millón 300,000
ciudadanos. ¿Verdaderamente es de creer que esos 15,000 "aventones"
van a tener un impacto en la problemática de la ciudadanía? Claramente, es una
acción totalmente táctica, con un efecto mediático muy limitado pero que da la
impresión de que se está haciendo algo para aliviar las dificultades de quienes
se transportan en automóvil.
Y muchas veces en el sector privado se maneja la misma
confusión. Por ejemplo, el personal de mercadotecnia de una famosa firma
embotelladora de refrescos, ante la reducción del consumo de refrescos al subir
sus impuestos, presentaron como una estrategia el poner nombres de personas en
las latas. La campaña fue exitosa, pero tuvo éxito durante un plazo muy corto:
aproximadamente tres meses. Difícilmente se le puede llamar a eso una
estrategia: en realidad fue una táctica muy limitada.
Esto no quiere decir que tener tácticas sea algo malo. Tampoco
necesariamente que todo deba ser estrategia. El que algo sea estratégico no lo
hace necesariamente bueno. Hay estrategias buenas y estrategias malas, aunque
sean verdaderas estrategias. Y también puede haber malas y buenas tácticas. Y,
con mucha frecuencia, el éxito de una estrategia consiste en elegir
adecuadamente las tácticas que mejor la apoyan. No se trata aquí de centrarse
en exclusiva sobre los temas estratégicos.
Pero es muy importante conocer la diferencia y aprender a
usar estos conceptos. Porque el gran riesgo es que, confiados en que ya tenemos
una gran cantidad de tácticas, a las que a veces confundimos con estrategias,
ya dejamos de hacer el esfuerzo por definir las acciones que tendrán efecto en
el largo plazo y tendrán consecuencias sistémicas. Y esto no es algo menor. Por
desgracia gobiernos, empresas lucrativas o no, y muchos otros tipos de
organizaciones abandonan demasiado rápido el trabajo, a veces complicado, a
veces molesto, de construir una verdadera estrategia.
Hay muchos puntos que hacen la diferencia entre la labor del
estratega y otras labores dentro de las organizaciones y en mi opinión el más
claro, es que el estratega no pierde nunca de vista los efectos sistémicos y de
largo plazo de sus decisiones y después tiene la capacidad de bajar a los
aspectos tácticos, sin perder de vista el gran panorama que es su
responsabilidad.
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