Se dice que cuando no hay opciones, es que no hay
estrategia. Y es muy cierto: si no hay opciones, todos deben seguir el mismo modo
de operar y no se pueden crear ventajas competitivas sostenibles. En tecnología
siempre hay muchas opciones y por lo tanto, muchas posibles estrategias.
Tratando de agruparlas, podríamos hablar de tres grupos de opciones:
Liderazgo tecnológico:
conocida por algunos como la "estrategia del glamour". En este
caso la ventaja procede de ser el primero en desarrollar tecnologías nuevas o
en mejorar las existentes. En ocasiones, lo que se busca es evitar que un
mercado madure prematuramente, agregando innovaciones graduales que crean un
incentivo para que los usuarios renueven su tecnología anticipadamente,
buscando aprovechar las nuevas ventajas que se han creado mediante investigación
y desarrollo. En otros casos, se trata
de una tecnología disruptiva, que genera un nuevo modo de obtener soluciones,
en la mayoría de los casos reduciendo el costo de la solución que provee dicha tecnología.
Por supuesto, se trata de una estrategia costosa y, sobre todo, de alto riesgo.
No hay garantía de que una investigación y desarrollo tecnológicos vayan a
generar soluciones viables y el costo más importante de este camino estratégico
es el costo de todas las pruebas fallidas en el trayecto del desarrollo de esta
nueva solución. Por ejemplo, en la industria farmacéutica que hace innovación,
se considera que aproximadamente por cada 1000 moléculas que se investigan para
convertirlas en medicamentos, cuatro llegan al mercado y una genera ingresos
importantes. En realidad, el gran costo es el de desechar las 996 moléculas que
no tienen posibilidades de hacer negocio. Uno de los factores necesarios para
tener éxito, es la capacidad de proteger el desarrollo tecnológico, sea
mediante patentes redactadas de tal manera que cierren todas las posibilidades
de una copia legal o irse por el camino de los secretos industriales, para lo
cual tiene que haber la capacidad de mantener esa innovación en condiciones en
que sea muy difícil de observar.
Seguidor rápido: esta
es la segunda opción. El estratega no asume el riesgo de la innovación, pero
tiene toda la preparación necesaria para poder asimilar y replicar esa
tecnología muy rápidamente. En términos generales, para que funcione la
estrategia de ser un seguidor rápido, normalmente es necesario tener un fuerte "músculo
mercadológico". Históricamente, los amos de esta estrategia han sido los
japoneses, seguidos en cierta medida por los coreanos. Han asimilado
tecnologías desarrolladas por otros, las han mejorado en algunos aspectos y,
sobre todo los japoneses, han hecho uso de su arma secreta: las
comercializadoras japonesas, las sogo
shosha, que llevan a sus mercados los productos con enorme eficiencia
haciéndolos extraordinariamente competitivos. El punto clave de esta estrategia
es la rapidez. Quien asume este método se evita el riesgo de la innovación;
entra al mercado cuando el concepto ya ha sido desarrollado y probado, con lo
cual se evita los costos enormes de la falla en la innovación. A cambio de
esto, está asumiendo un riesgo distinto. El riesgo de qué, si el seguidor no es
suficientemente rápido, el innovador logre tal posicionamiento en el mercado
que ya sería muy difícil desbancarlo. En resumen, se trata de un juego de
riesgos. El innovador acepta el riesgo de la innovación, el seguidor rápido
asume el riesgo de poder crear la velocidad suficiente para qué, cuando el
mercado madure, el seguidor rápido esté en las posiciones de liderazgo.
Seguidor lento o no
seguidor: es una estrategia que no toma riesgos, y que asume la posibilidad
de que quedarán mercados restringidos, que a veces subsisten cuando los
productos entran en declinación. Típicamente, una estrategia de pequeña
empresa, que busca ser un jugador de nicho y obtener rentas superiores al
promedio precisamente por su adaptación a características del propio nicho.
Obviamente, está asumiendo el riesgo de que el mercado sí adopte rápidamente
las nuevas tecnologías y no se formen nichos que puedan sostener al seguidor
lento. El seguidor lento siempre deberá de buscar alguna ventaja sobre los
competidores que sea válida en su nicho, aunque no lo sea en el mercado
general.
Como es de esperarse, en cualquier tipo de estrategia basada
en tecnología, es necesario tener una capacidad adecuada de inteligencia
tecnológica, de pronóstico tecnológico, que permita conocer la probabilidad de
que se adopten las nuevas tecnologías y con qué rapidez es de esperarse que
ocurra el cambio. También es necesario tener un conocimiento adecuado de los
mercados para poder evaluar la posibilidad de que haya nichos en los que en la
adopción de una nueva tecnología ocurre de una manera muy lenta o que no se
adopte en lo absoluto.
El aumento en la rapidez del desarrollo de nuevos conceptos,
nuevas soluciones y nuevos productos o servicios hace imprescindible que toda
empresa tome la decisión de cuál será su enfoque de largo plazo respecto a la
tecnología y que genere las capacidades necesarias para poder seguirla de una
manera sobresaliente. No es un tema para estar improvisando ni para estar cambiando
de enfoque con cada nuevo enfrentamiento. Se requiere una larga y cuidadosa
preparación para poder evitar ser empujado hacia el cementerio de las empresas
que no pudieron evolucionar cuando las tecnologías cambiaron.
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