El tema de los precios del petróleo da un buen ejemplo de las
aberraciones que pueden generar las fuerzas oligopólicas y son también un modo
de ver un ejemplo del mecanismo que describe Michael Porter en su libro “Estrategia
Competitiva”, donde explica las cinco fuerzas que influyen en las utilidades de
las empresas.
El primero de abril de 2014, el precio internacional del petróleo
empezó a disminuir. Las razones de esto no son inmediatamente obvias. La demanda
de petróleo no ha disminuido. De hecho,
dice la prensa seria de negocios, se ha “debilitado”. Creció 1.4% en 2015 y se
espera algo similar en el 2016. De modo que la explicación de la baja de los
precios no se justifica por una disminución de la demanda. Lo que sí ocurrió
fueron dos hechos importantes: un crecimiento
en la producción de energéticos en EEUU a partir de procesos para obtener el petróleo
y gas disponible en rocas de esquisto (shale). EEUU tiene las mayores reservas
mundiales de ese recurso y su explotación comercial le podría dar total
independencia energética. El otro hecho, que concuerda con el anterior, es que ahora
se le permite a las empresas de EEUU exportar petróleo y sus derivados, cosa
que tenían prohibido por ley. De modo que los EEUU, que eran importadores netos
de petróleo podrían volverse exportadores. Sí, y solo sí los precios del petróleo
fueran altos.
En el esquema de Michael Porter, hay varias fuerzas que
reducen las utilidades. La competencia interna: en este caso, productores de petróleo
no tradicionales: Brasil, Ecuador, Colombia, Nigeria, que son rentables
mientras los precios sean altos, pero no lo son a los precios actuales. La
amenaza de nuevos productores, China por ejemplo. La entrada de substitutos: el
petróleo procedente del esquisto, o “shale oil” y “shale gas”. De acuerdo con
el esquema de Porter, los proveedores actuales usarían su fuerza negociadora
bajando los precios para hace inviables
a algunos proveedores actuales, desanimar a nuevos productores y, sobre
todo, impedir la entrada de nuevos sustitutos, no solo los de el “shale oil”
sino también las energías no tradicionales, como la eólica, solar, geotérmica,
de biomasa y otras.
De hecho, en un reporte de The Economist, se comenta que, a
los precios actuales (30 dólares el barril en los petróleos de referencia más
lo que baje esta semana) solo Irán,
Irak, Arabia Saudita y Kuwait operan arriba del punto de equilibrio. Por poner
algunos ejemplos, Nigeria necesita 70 dólares el barril, para estar en punto de
equilibrio, EEUU necesita 65 dólares/barril, Gran Bretaña necesita 60 y Rusia
50. No hablan de México, pero solo la extracción de petróleo nos cuesta algo en
torno a 20 dólares el barril. Si a eso le agregamos el costo de logística y los
indirectos más los impuestos, seguramente ya estamos operando muy por debajo
del punto de equilibrio.
Pero, ante esta teoría, una poderosa herramienta de
análisis, algo está fallando. Una disminución de precios de 70%, no ha hecho
que la demanda crezca de un modo
apreciable. Un aumento de la demanda de solo 1.4% con una baja de 100 a 30
dólares. Por otro lado, los productores que están por abajo del punto de
equilibrio no están dejando de producir. Y la razón es que las inversiones que
ya han hecho son costos hundidos. Aun sin utilidades, en algo contribuyen a
solventar esos costos, que son mayormente de depreciación.
¿Qué pasará? No es fácil decirlo. Subir los precios es difícil.
No mientras la economía mundial esté a ritmo lento. Es posible que la OPEP y en
particular los países árabes hayan cometido un error estratégico, muy difícil de
enmendar. Y algunas consecuencias ya están a la vista. Arabia Saudita anunció
que está considerando poner en la bolsa de valores su empresa estatal ARAMCO.
En términos más sencillos: vender parte de su empresa para tener fondos con qué
remediar su déficit fiscal y para diversificar su economía. Se habla de que esa
empresa podría valer millones de millones de dólares. Solo para darle contexto
a la cifra, el PIB anual de México es de 1.2 millones de millones de dólares y
la fortuna de Bill Gates es de aproximadamente 80 mil millones de dólares. O
sea que ni siquiera el hombre más rico del mundo tendría dinero podría comprar
esa empresa, al menos al contado.
Otras consecuencias son posibles. El costo bajo de energía
podría hacer competitivos a algunos países pobres, al menos temporalmente. Esto
podría actuar como un catalizador que les ayudara a crear nuevas capacidades,
si tienen la sabiduría para aprovechar la oportunidad. También podría ayudar a países ricos importadores
de petróleo. Por el lado negativo, los costos bajos de energía pueden hacer
lento el cambio hacia tecnologías limpias, no tradicionales, energías que
tendrían menor atractivo mientras los combustibles fósiles sigan baratos.
Una situación de oportunidades y amenazas. Y una lección
para los estrategas: la teoría del oligopolio no siempre funciona. Ni tampoco
otras teorías de estrategia económica. No hay que jugar al aprendiz de brujo.
Profesor, brillante análisis. Mil gracias por seguir compartiendo sus enseñzas.
ResponderEliminarMe hace que me ponga colorado. Con la ayuda de mis clientes y amigos aspiro a poder hacerlo mejor
EliminarMe hace que me ponga colorado. Con la ayuda de mis clientes y amigos aspiro a poder hacerlo mejor
Eliminargracias!
ResponderEliminarGracias!!!! Excelente análisis... No olvidar incluir el incremento de la oferta petrolera por la entrada al mercado de Irán. Me he convertido en lectora asidua de su blog...
ResponderEliminar100% de acuerdo. Irán agregará 500,000 barriles al día. Todos están apostando a que otros dejarán de producir. Irán, que tiene un punto de equilibrio bajo, apuesta a que otros (Nigeria, Ecuador, Colombia) dejarán de producir
ResponderEliminarA usted por leerme
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