¿Qué pasa en PEMEX? Empezamos el
año con una simbólica, pero bienvenida reducción en el precio de las gasolinas.
Misma que se presentó como un resultado de la Reforma Energética. Seis semanas
después renuncia Emilio Lozoya, director general de la empresa (o lo renuncian)
y se nombra a José Antonio González Anaya, en su lugar. Durante su primera
quincena en su puesto, se notifica un recorte presupuestal de 100,000 millones
de pesos en PEMEX y recortes de personal por 11,000 plazas. Y se anuncia que se
adelanta la libre importación de combustibles: empresas privadas podrán empezar
a pedir permisos de importación en el próximo abril.
Dada la limitada información que
se ha dado, es difícil decir nada con precisión. Lo que quedó claro es que las
gasolinas no bajarán de precio de inmediato. De modo que lo único que se puede
hacer es especular con algunas bases. O plantear escenarios, si usted lo
prefiere.
Es claro que se podrán importar
gasolinas. Lo que no es claro es si tendrán que hacerlo a través de PEMEX o si
lo harán directamente. En todo caso, PEMEX ya está importando gasolina. La
diferencia sería que PEMEX reduciría su flujo de efectivo, al no tener que pagar
esa gasolina.
No queda claro como transportarán
la gasolina que importen. La estructura más eficiente para hacerlo son los
poliductos. El transporte por carretera es mucho más caro. ¿Pondría PEMEX este
servicio a disponibilidad de los importadores? ¿A qué precio? ¿De qué manera
garantizaría PEMEX que no seguirá la "ordeña" de los ductos y cómo
compensaría las empresas si eso ocurriera?
Es claro que los importadores encontrarían muy costoso y lento crear su
propia red de ductos. Si esto no se resuelve, la apertura de gasolineras
ocurriría probablemente en los estados de la frontera Norte y sitios cercanos a
puertos que tengan instalaciones para recibir combustibles.
¿Construirían los importadores
sus propias gasolineras? No es nada fácil. La red actual de distribuidores es
de aproximadamente 11,000 establecimientos. Las ubicaciones más rentables ya
están tomadas. Por supuesto, siempre habrá la opción de adquirir las gasolineras
existentes, remodelarlas y ponerles la marca del importador. Y también pudiera
ocurrir que los actuales distribuidores se asocien para poner sus marcas
propias. Lo cual podría dejar a PEMEX con una cadena de distribución muy
mermada.
El mantener congelado el precio
de las gasolinas suena como una medida para proteger a PEMEX, en lo que se pone
al día en productividad. Pero, por otro lado, también les daría a los
importadores un período de ganancias elevadas que les permitiría capitalizar
sus negocios, invertir en instalaciones más adecuadas o remodelar las
existentes y hacer la inversión necesaria en mercadotecnia para sus marcas.
Es cierto que al no poder
aprovechar sus costos más baratos, se
pierde una potente herramienta competitiva. Pero también es cierto que con sólo
entregar litros completos al servir el combustible, el público rápidamente
compraría en las nuevas gasolineras. Por otro lado, el gobierno podría cobrar
impuestos más elevados a los distribuidores cuando sus ganancias fueran
mayores, gracias a que estuvieran pagando precios muy bajos en su
abastecimiento de combustible. Hoy, dependiendo por supuesto de la localidad y
el día, estamos pagando casi un 75% más por la gasolina que lo que se paga en
las gasolineras de la parte estadounidense del Golfo de México. Ese diferencial
le daría al gobierno un ingreso bastante jugoso.
Con tantas incertidumbres, hay
pocas cosas que se puedan afirmar con toda seguridad. Algunas empresas que se
han adelantado a poner gasolineras propias, como es el caso de FEMSA, tienen una clara ventaja. Ya tienen infraestructura y seguramente tienen resuelto el
tema de la recepción de la gasolina, al menos parcialmente. La mayoría de sus
gasolineras están en el norte del país, y son unas 250. Pocas en comparación
del número total de esos establecimientos. Pero ya tiene una presencia y una
marca establecida. Y tiene una buena posición para facilitar su abastecimiento.
También ya están en el país algunas de las marcas mundiales de gasolina, que
operan en el negocio de lubricantes y que conocen bien el mercado mexicano.
Esos son los candidatos para aprovechar pronto esta apertura.
Pero no será rápido. Hay barreras
que superar, incógnitas que resolver y un tiempo de implementación que no será
muy expedito. Obviamente, todo puede ocurrir y también puede ser que haya
empresas dispuestas a gastar fuertemente para ganar rápidamente una
participación alta en el mercado mexicano de los combustibles.
A más largo plazo, hay otros
temas. ¿Podrá PEMEX sobrevivir ante una competencia a la que nunca se ha
enfrentado? La competitividad no está en su ADN. Ahí está su naturaleza
monopólica, aunque su nuevo nombre sea el de Empresa Productiva del Estado. Y
la historia nos demuestra que cuando se desregulan los mercados monopólicos u
oligopólicos, rara vez sobreviven las empresas que existían previamente.
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