Buena pregunta de un amigo, que recién regresa de ese país.
La pregunta completa fue: “¿Por qué Korea si pudo desarrollarse y nosotros no?”
De la primera parte puedo dar algunas
respuestas. De la segunda, no estoy muy seguro. Si lo supiera, probablemente no
estaría aquí escribiendo cartas y dando
clases, sino enriqueciéndome, vendiendo la respuesta a gobiernos estatales y el
federal. En fin, ahí va mi contestación.
Son notables las similitudes entre Korea y México. Ellos fueron colonia de Japón hasta 1945,
Nosotros tuvimos a Porfirio Díaz, ellos tuvieron su Syngman Rhee. Tuvieron una
larga época de dominio militar, como lo tuvo México al terminar la Revolución. También tuvieron un presidente que vino del
sector empresarial y que dio la transición democrática.
Pero ahí terminan las similitudes. Korea del sur terminó la guerra
con Korea del Norte, con un ingreso per cápita similar al africano, en poco más
de dos dólares per cápita al día, en 1953. Hoy su ingreso es de 36,600 dólares
per cápita al año, cercano al de Japón y al promedio de la comunidad Económica Europea,
mientras que en México apenas llegamos a 15,900 dólares per cápita al año. ¿Qué
pasó? ¿Por qué un país mediano, pobre en recursos materiales y con un clima
inhóspito sí lo pudo hacer?
En buena parte, hubo apoyo de los Estados Unidos.
Técnicamente, Korea sigue en guerra, tiene bases militares de EEUU y recibió un aporte de ayuda económica que ayudó a crear
una buena infraestructura portuaria y carretera. Esa ayuda económica fue
superior a la que recibió Francia en el Plan Marshall, después de la segunda
guerra mundial. Luego le asignaron grandes contratos de abastecimiento militar
durante la guerra de Vietnam.
Pero, la verdad, eso no es toda la historia. Si, tuvieron
apoyo, pero supieron aprovecharlo. Sí, tuvieron grandes contratos pero México
también los tuvo en la segunda guerra mundial y no construimos una capacidad
permanente.
Tuve la oportunidad de entrevistar a un gran koreano, Hyung
Sup Choi, el artífice de la estrategia tecnológica koreana. Él fue muy generoso
en darme su opinión y los argumentos de su estrategia. Naturalmente, vieron
desde el principio que su país no tenía recursos naturales en gran escala, de manera
que solo podrían confiar en su capacidad
humana y, en particular, en la tecnología. Hoy las tienen en abundancia, pero
no existía en 1953.
Una decisión fundamental, pero arriesgada, fue la de
invertir sus recursos en tener excelentes ingenieros. A cambio de ello,
decidieron no fomentar la investigación fundamental. Perdieron a muchos
investigadores koreanos, que se fueron a estudiar y trabajar a Europa y EEUU. Años
después los tuvieron que recuperar, a un alto costo. Detrás de esto, hubo el desarrollo
de la población escolar, dándoles mucho énfasis a las matemáticas. En otro
nivel, se propusieron desarrollar a técnicos especializados. Nada fácil, porque
los estudiantes querían tener licenciaturas y no se conformaban con un título de
técnico. Hubo que influir en los empresarios para que pagaran bien a los
técnicos y a la sociedad para que apreciaran ese nivel. “Tuvimos que convencer
a las chicas guapas de que un técnico especializado era un buen partido”, me
dijo el Dr. Choi, “y no fue fácil”.
Pero, en mi opinión, el mayor logro fue ubicar lo que en
estrategia llamamos los puntos de palanca. Los sitios donde nuestras fortalezas
coinciden con las oportunidades. Concentrarse en algunos campos y no tratar de
crecer al mismo tiempo en todos los campos. Ellos se concentraron en maquila de
ensamble, construcción de grandes buques petroleros y en algunos campos
curiosos (menores, sin duda) como la elaboración de pelucas aprovechando las
tendencias de la moda de los sesentas y la calidad y belleza del cabello de las
Koreanas.
Obviamente eso no basta. Eso es el principio, las “medidas
trampolín” de que habla el Dr. Choi. Una vez que se logra el impulso, una vez
que se tiene una base, se puede extender el desarrollo a otros campos y avanzar
en temas cada vez más profundos.
Algo así nos hace falta en México. Concentrar nuestro
esfuerzo y nuestros recursos en las oportunidades más prometedoras. No es fácil:
décadas de críticas toxicas nos han hecho perder la visión de donde están nuestras
fortalezas. Décadas de descuidar la educación, nos dan poca capacidad para
emprender un desarrollo significativo. La ausencia de una estrategia de país,
estableciendo prioridades con visión de largo plazo y ubicando las
oportunidades más aprovechables, es la norma.
No concentramos nuestros esfuerzos,
en buena parte por qué no tenemos idea de dónde hacerlo.
Gobernantes y legisladores no tienen idea de cómo hacerlo.
Muchos empresarios no creen en pagar bien y en invertir a largo plazo. La esperanza,
creo yo, está en estudiantes y graduados de las escuelas de posgrado del país,
una minoría capacitada y con ideas frescas, que ven al país de otro modo. Espero
que cuando ellos leguen a la edad de tomar las grandes decisiones del país, recuerden
estos conceptos y los pongan en práctica.
Profesor: buenas noches, voy a atrasado en los blogs pero no quiero dejar de comentar.
ResponderEliminarComparto lo que dice y considero que la creación de centros de investigación y desarrollo que apoyen a las empresas, así como incentivar las exportaciones con reglas claras que eviten la corrupción, permitirían concentrar nuestros esfuerzos y recursos (Esto fue algo en lo que trabajó South Korea). Así mismo unas políticas que aseguren la alfabetización general y promueven una mayor igualdad (México necesita trabajar bastante en la igualdad de género. considero aún predomina fuertemente el machismo) aumentarían la productividad. Como usted lo dice los líderes que se están formando son los que harán el cambio. saludos