Esto es algo que parece tan
obvio, tan sencillo que no se enseña, no se explica. Se supone que todos saben
lo que es un objetivo. Y, en mi experiencia y las de muchos practicantes o
teóricos de la estrategia, no es así: con
frecuencia se falla en tener objetivos realmente estratégicos.
El tema es importante, porque si aceptamos
que la estrategia es el modo cómo se
cumplen los objetivos sistémicos y de largo plazo, y esos objetivos están mal
construidos, no hay modo de crear una buena estrategia.
No es raro oír decir en las
empresas cosas como estas: “Nuestro objetivo es cumplir con el presupuesto” O
sea, no importa cuál sea el presupuesto, como se construyó, que supuestos
utilizó, ese presupuesto es casi sagrado. Se debe cumplir a toda costa. La
realidad es al revés: el presupuesto debe ser la expresión financiera de los
objetivos estratégicos y de los costos de la estrategia. Y lo importante es
cumplir los objetivos; el presupuesto es solo un modo de medir su cumplimiento.
Imagínense una empresa que creó
un presupuesto y lo cumplió. Pero no logró sus objetivos de largo plazo. No
gastó más de lo presupuestado, cumplió con las ventas presupuestadas. Pero
perdió posicionamiento, creció menos que la competencia, perdió miembros de su base de
clientes y no retiene a sus clientes nuevos, no se ha actualizado en su tecnología
de producto… ¿Le servirá haber cumplido con el presupuesto? Un poquito, nada
más.
Con frecuencia, el énfasis está en el presupuesto de egresos. Y si este
no tiene un enfoque de largo plazo, las empresas se dedican a aprovechar sus
capacidades actuales sin considerar las necesidades que tendrá en el futuro.
¿Qué opinaría usted de un general que nos dijera: “Mi objetivo es que no se
acaben las balas antes de que termine la batalla?”. Por supuesto, es importante
que no se le acaben las balas. Pero eso no es el objetivo. A corto plazo, en lo
táctico, su objetivo es ganar la
batalla. A largo plazo es ganar la guerra. Y más aún: el tema realmente estratégico,
el objeto, es qué clase de paz quedará una vez que gane la guerra.
Otro error muy común es generar
objetivos estratégicos de actividad. Recientemente intervine en una empresa que
decía: “Nuestro objetivo es dar servicios de mantenimiento.” Es claro, es
medible, pero es una actividad, no un resultado. Es más: es una descripción de
lo que hace. Y, a menos que haya un cambio mayor, siempre lo cumplirá. No
importa si hace mucho o poco. Algunos lo justifican diciendo que eso es el
objetivo general y que después vendrán los objetivos específicos. La realidad
es que un objetivo así sirve de muy poco. Aunque se le pongan números para
especificarlo.
La regla no es
compleja. Los objetivos estratégicos expresan resultados sistémicos y de largo
plazo. Si no son sistémicos o no son de largo plazo, son objetivos tácticos. Y
si son objetivos de actividad, son objetivos operativos.
Un ejemplo.
Supongamos que un centro de investigación y desarrollo tiene como un objetivo estratégico
tener permanentemente investigadores reconocidos a nivel mundial por sus resultados de investigación.
A nivel objetivo táctico podría considerar tener personal certificado por
organismos internacionales relevantes. Y a nivel operativo, estar enviando a su
personal a cursos, congresos y actividades formativas.
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