En algunas de estas
cartas ya he hecho comentarios sobre libros de estrategia militar. El propósito
ha sido enriquecer lo más posible los conceptos de estrategia de negocio
encontrando paralelos útiles.
Por recomendación
de un buen amigo llegó a mis manos el libro Warfighting:
The U.S. Marines Corps book of strategy[1]. Un
libro corto y práctico, de fácil lectura, pero extraordinariamente denso en
conceptos estratégicos. En esta ocasión comentaré únicamente parte del capítulo
2 (Teoría de la Guerra ),
pero evidentemente los demás capítulos son también muy valiosos.
Una distinción
fundamental para entender el concepto estratégico del Cuerpo de Infantería de
Marina (como se traduce normalmente el término marine corps), es hacer la diferencia en el tipo de situación de
combate en que normalmente se despliegan. Al contrario de la doctrina
estratégica del ejercito de los EE.UU., basada en poder de fuego y en una
guerra de desgaste, donde los recursos son siempre muy abundantes, las
situaciones que vive una fuerza expedicionaria es la de enfrentarse a un
enemigo numéricamente superior, teniendo recursos limitados, con poca
posibilidad de apoyo externo y buscando el mínimo desgaste de las fuerzas
propias. ¿Suena como a su empresa? Si
no trabaja Usted para alguna de las grandes empresas globales, seguramente así
es; pero aún las empresas más grandes pueden requerir de enfrentar ese tipo de
situaciones.
Esta diferencia en
las situaciones requiere (manda, dice el autor) conducir la guerra basándose no
en poder de fuego sino en maniobras. La guerra de maniobras busca atacar al
contrincante desde una posición de ventaja, en vez de lanzar un ataque frontal.
La esencia está en la aplicación de la fuerza contra algunas debilidades del
contrincante. Por definición, la maniobra se basa en la velocidad y la
sorpresa, ya que sin ellas no es posible concentrar nuestras fuerzas en las
debilidades del contrincante. El ritmo de la operación es en sí mismo un arma,
a veces la más importante.
El objeto de la
maniobra no es tanto la destrucción física del enemigo, como destrozar su
cohesión, organización, mando y balance psicológico, de modo que no pueda
seguir combatiendo de manera efectiva. Una maniobra exitosa depende para su
éxito de identificar y explotar las debilidades del enemigo. En este tipo de
guerra, los números no compensan la falta de habilidades.
Para pelear
efectivamente este tipo de guerra, se requiere:
·
Poder de combate
·
Concentración y velocidad
·
Sorpresa y osadía
·
Explotar la vulnerabilidad y la
oportunidad
El Poder de Combate, se construye con
elementos tangibles como los números (armas, personal, equipo); sin embargo
estos no son lo más importante. Son más importantes algunas cosas, total o
parcialmente intangibles, como los efectos de la maniobra, la sorpresa y el
ritmo de las operaciones, así como el ánimo de los combatientes, su espíritu de
lucha, perseverancia y el efecto del liderazgo.
La Sorpresa es atacar al contrincante de
una manera y en un momento en que no lo espera. Es esencial que no se dé cuenta
de nuestro ataque hasta que sea demasiado tarde para reaccionar. La sorpresa es
un auténtico multiplicador de la fuerza por su efecto psicológico, ya que
paraliza, aunque sea temporalmente, la capacidad del contrincante para
resistir. Sin embargo, sus ventajas son temporales únicamente y deben
explotarse rápidamente. Un complemento básico de la sorpresa es la osadía.
Atreverse a hace lo inesperado, tomar riesgos medidos y razonables, pero con valentía.
Finalmente explotar la vulnerabilidad y la oportunidad
es vital. Hay que enfrentar al contrincante donde, cuando y del modo que lo
haga más vulnerable. Hay que concentrar nuestros esfuerzos en una
vulnerabilidad crítica; cosa que no es fácil porque muchas veces será también
un área muy bien defendida. De ahí la necesidad de aprovechar y crear
oportunidades para el ataque decisivo y una vez creada la oportunidad,
explotarla a fondo.
Como pueden ver,
más que recetas este autor nos da criterios, una filosofía que, en mi opinión,
es valiosísima. En el mundo cada vez más combativo de la competencia entre
corporaciones, y sobre todo ante el ataque cada vez más fuerte de grandes
empresas globales, el empresario mexicano o latinoamericano no puede combatir
la fuerza con la fuerza, los números con números. Cada vez más, los
enfrentamientos competitivos se ganan con pensamiento, no con números; con
espíritu, no necesariamente con recursos superiores.
Es aceptar como un
hecho de la vida, como lo hacen los marines,
que lo normal será enfrentarse a fuerzas superiores en recursos y que
nuestra única defensa es un estilo competitivo superior. Un estilo que no
espera a las oportunidades: las crea. Que no espera a tener una superioridad en
todos los campos; sino que explota y genera superioridades a nivel local. Un
estilo que requiere, por otro lado, de una gran descentralización de
decisiones, para facilitar la sorpresa, la velocidad de reacción, aprovechar
los momentos de oportunidad. En fin, en estos conceptos está una esperanza para
las empresas medianas y pequeñas, de combatir y derrotar a contrincantes mucho
mayores.